Andrés Dagna, productor al frente de Finca Nobles Caciques, impulsa desde Bahía Blanca una nueva era para el olivo argentino. Clima ideal, historia olvidada y un aceite que ya conquista mercados internacionales.
Lo entrevistamos la semana pasada en nuestro programa Saber Salir, por FM Milenium 106.7, donde compartió la historia detrás de su emprendimiento, el potencial olivícola del sur bonaerense y las razones por las que cada vez más productores y consumidores apuestan por un aceite de oliva hecho con identidad y excelencia.
Una historia olvidada en el sur bonaerense

En la década de 1940, entre Dorrego y Tres Arroyos, Juan Duarte —hermano de Eva Perón— promovió la mayor plantación de olivos de la Argentina. Se sembraron más de 3.000 hectáreas y se instaló una fábrica modelo con maquinaria traída de Italia. Ese proyecto, visionario para su época, fue pionero incluso en la producción orgánica. Con el paso de las décadas, cayó en el abandono, pero hoy parte de ese legado resiste. Nuevos proyectos como Finca Nobles Caciques retoman aquella historia con una mirada centrada en la calidad.
El corredor del olivo: de Bahía Blanca a Tres Arroyos
La Ruta Nacional 3, paralela al océano Atlántico, se convirtió en el nuevo eje de producción olivícola bonaerense. “Estamos a sólo 20 km del mar, en una zona con clima mediterráneo: inviernos fríos, veranos calurosos, lluvias moderadas y gran amplitud térmica. Eso da un aceite único”, explica Andrés Dagna.

Alta calidad, menos riego y más polifenoles
A diferencia de Cuyo —donde las lluvias apenas alcanzan los 150 mm anuales—, en el sur de Buenos Aires llueven entre 600 y 800 mm al año. Esto reduce significativamente los costos de riego. Pero el mayor diferencial está en la calidad: los aceites producidos en la región tienen el doble o incluso el triple de polifenoles que en otras zonas. Estos compuestos antioxidantes, medidos en laboratorios especializados, no solo benefician la salud, sino que otorgan mayor longevidad al producto.

Cosecha temprana, menor volumen, mayor excelencia
“Nosotros cosechamos parte de nuestra producción en verde o en envero. Perdemos rendimiento, pero ganamos calidad: más polifenoles, menor acidez, mejor aroma. Es lo que valoran los mercados premium”, detalla Dagna. En países como Italia o España, esta diferenciación ya es habitual; en Argentina, empieza a consolidarse.
Tradición italiana y visión de futuro
Muchos de los nuevos emprendimientos están liderados por descendientes de inmigrantes italianos que reconocen en esta tierra un terroir con gran potencial. “Nuestro proyecto comenzó en 2015 y plantamos en 2018. Hoy tenemos 100 hectáreas productivas”, cuenta Andy Dagna.
El mercado que viene: consumidores más exigentes
Aunque hoy el comercio global sigue centrado en parámetros como la acidez, los consumidores más informados comienzan a buscar aceites de oliva extra virgen de cosecha temprana, sin mezclas ni procesos de refinamiento. “Un aceite muy barato probablemente no sea puro. Por eso hacemos catas, visitas y maridajes en la finca. Educar es parte del trabajo”, explica.
Presente sólido, futuro prometedor

Mientras las grandes marcas empiezan a mirar al sur bonaerense como el próximo gran polo olivícola del país, productores como Andrés Dagna ya están sembrando ese futuro con pasión, conocimiento y compromiso con el territorio.
El oro verde argentino empieza a hablar con acento bonaerense. Y esta vez, llegó para quedarse.
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Por Marcelo Chocarro