Existen cócteles icónicos que no serían lo que son sin un ingrediente secreto, desconocido para muchos, pero esencial para los verdaderos amantes de la coctelería: el bitter Angostura. Esta mezcla aromática es la clave detrás de la complejidad del Pisco Sour, la sofisticación del Old Fashioned y la frescura del Tom Collins. Sin unas gotas de Angostura, estos tragos perderían su esencia, como un verano sin sol. Aunque suele estar discretamente guardado en la parte trasera de los bares, sólo los bartenders experimentados conocen el poder de esa pequeña botella de etiqueta desproporcionada y aspecto vintage.
Justamente, la etiqueta gigantesca, que supera el tamaño de la botella, se debe a un error de cálculo en la imprenta durante la primera tirada de etiquetas, pero llamó tanto la atención de los consumidores que los productores decidieron dejarla así, y hoy es casi una marca registrada del producto.
La historia detrás del bitter Angostura es tan fascinante como el sabor que aporta a los cócteles. En 1822, un médico alemán llamado Johann Gottlieb Benjamin Siegert, al servicio de las tropas del General Simón Bolívar, desarrolló un remedio que cambiaría la historia. En un esfuerzo por aliviar a la población afectada por el cólera, el doctor Siegert perfeccionó una fórmula en la localidad de Angostura, ubicada en la parte más angosta del río Orinoco. Ese lugar, hoy conocido como Ciudad Bolívar, le dio nombre a su creación.
Lo que comenzó como un paliativo pronto se transformó en un elixir versátil con múltiples usos. Con una graduación alcohólica del 44% y compuesto por más de 25 ingredientes vegetales, el bitter Angostura no solo triunfó como remedio, sino que también conquistó las cocinas y los bares del mundo. Siegert continuó produciendo su «amargo» en Trinidad y Tobago hasta su muerte. Su hijo, heredero del legado, lo llevó a Europa hacia finales del siglo XIX, donde el bitter Angostura ganó prestigiosos premios internacionales, incluyendo una medalla de oro en la Exposición Universal de Viena. Así nació una leyenda de la coctelería.
Cuenta la leyenda que, en la década de 1930, durante la Ley Seca en Estados Unidos a fin de evadir una prohibición, un bartender escondía una botella de bitter Angostura entre los frascos de medicamentos en su botica clandestina. Sus clientes, desesperados por una bebida decente, le suplicaban: «¡Hacé que tenga el mismo sabor antes!» Y el secreto no era otro que unas gotas de esa mágica fórmula que transformaba el licor más barato en un cóctel digno de ser saboreado.
La próxima vez que estés en un bar y veas al barman añadir unas gotas de una botellita envuelta en papel a tu cóctel, sabrás que estás a punto de saborear el legado del Doctor Siegert. Esas gotas rojizas que coronan tu bebida no son sólo un adorno, sino el alma del trago, el toque que transforma lo ordinario en extraordinario.