En el corazón vitivinícola de Campana, Bodega Gamboa propone algo más que vinos: una experiencia de co-creación. Los propietarios de parcelas del proyecto Mi Finca Gamboa no solo siguen el proceso de cultivo de sus uvas, sino que participan activamente en uno de los momentos más apasionantes de la vinificación: el ensamblaje.
Una vez por año, se organiza una jornada única. Los socios, divididos en equipos, se enfrentan a un desafío: crear el mejor blend del año. Degustan muestras base seleccionadas por el equipo enológico de Gamboa, prueban, ajustan proporciones, y presentan sus mezclas. Solo un grupo es elegido ganador, pero todos reciben una edición especial del blend triunfador, embotellado con etiqueta personalizada.
Lo que parece un juego en equipo, es también una lección práctica sobre uno de los procesos más simples y complejos del mundo del vino: el arte de ensamblar. Porque en un blend, podés crear una obra maestra… o arruinarlo todo.
“El ensamblaje es como cocinar: no alcanza con tener buenos ingredientes, hay que saber combinarlos”, resume Gerardo Pereyra, winemaker de Gamboa.

Ensamblar para equilibrar
El acto de mezclar vinos base (ya sean de diferentes variedades, parcelas o barricas) permite ajustar el perfil aromático, el nivel de alcohol, la textura en boca e incluso la estabilidad del color. A veces, pequeños ajustes hacen una gran diferencia. En Gamboa, se trabaja con barricas de distintos tipos de roble —francés, americano, húngaro— diferentes usos, y con diversos niveles de tostado, lo que permite jugar con matices de fruta, especias, madera o frescura.
Durante las sesiones de mezcla, los socios descubren cómo el mismo vino puede transformarse con solo un 10% más de un componente. “Es impresionante cómo aparece un aroma a fruta negra o cómo desaparece el carácter herbal si cambiás apenas una parte”, comentan quienes ya han participado de esta experiencia sensorial y colaborativa.

Un blend con identidad bonaerense
El objetivo no es solo didáctico: los blends creados por los socios reflejan una identidad única. Vinos de terruño bonaerense, ensamblados por quienes lo viven de cerca. Un vino que cuenta una historia colectiva: la de un viñedo joven que crece junto a su comunidad de apasionados.
El vino ganador no solo se embotella para los socios, sino que pasa a formar parte del archivo de añadas de Gamboa. Así, año tras año, se va construyendo una pequeña biblioteca de sabores, decisiones y estilos.

“No se trata de buscar el blend perfecto, sino de entender cómo cada decisión impacta en el vino final”, apunta Pereyra.
Como dicen en Gamboa: mezclar no es tomar un atajo. Es conocimiento, sensibilidad y, sobre todo, pasión compartida.
Por: Marcelo Chocarro



