Desde Maipú, Mendoza, renace una marca ícono de la vitivinicultura argentina: Giol. La bodega fundada en 1898 por los inmigrantes europeos Juan Giol y Bautista Gargantini, vuelve a tener presencia en el mercado con el lanzamiento de su nueva línea de vinos elaborados con uvas criollas y una dupla de vermuts bajo el nombre de “Paradoja”.
La historia de Giol se remonta a los albores del siglo XX, cuando, en apenas una década, sus fundadores transformaron una pequeña bodega alquilada en la bodega más importante del país, con una producción de 30 millones de litros de vino en 1909. Tras la separación de la sociedad original en 1911, Giol continuó al mando de la empresa junto al Banco Crédito Español del Río de la Plata, consolidando un legado que atravesó generaciones.
Durante décadas, Giol fue sinónimo de grandeza, tradición y volumen. La empresa pasó a manos del Estado en 1954, y en 1990 fue adquirida por Fecovita, cooperativa que hoy la gestiona, integrada por más de 5.000 familias de pequeños productores. Ese cambio marcó el inicio de una nueva etapa más colaborativa y sustentable.

Una mirada contemporánea: innovación desde las raíces
Conscientes de los nuevos tiempos, Giol reconoció la necesidad de adaptarse a las cambiantes tendencias del mundo del vino. En un movimiento audaz, diversificó su oferta incluyendo vermut y vinos de Criolla, dos categorías que apuntan a un consumidor más curioso, joven y abierto a nuevas experiencias.
Así nació Paradoja, el nombre, más que una contradicción se revela como un testimonio de la adaptabilidad e innovación que ha marcado el rumbo de la bodega a lo largo de su historia. La paradoja no es otra cosa que el reflejo de una marca que desafía las expectativas y traza su propio camino.

El renacer de las uvas criollas
Mucho antes del arribo de las uvas francesas los vinos en estas tierras se elaboraban con una variedad de uva española llamada Listán Prieto, traída por los conquistadores. A partir de ella, surgieron las uvas criollas, variedades autóctonas que nacieron de cruces espontáneos en los viñedos.
Algunas conocidas con nombres como Cereza o Criolla Chica, durante décadas fueron relegadas a producciones masivas, pero hoy regresan con fuerza, reivindicadas por su valor patrimonial y su facilidad de beber.
La nueva línea de Giol propone tres estilos distintos elaborados con uvas criollas, todos de bajo alcohol, frescos y con una gran versatilidad gastronómica:
Clarete: Color rojo rubí de intensidad media. Aromas frescos de cereza, frutilla y notas florales, con un final terroso típico. En boca es de entrada dulce, con estructura ligera, taninos suaves y un final fresco que invita a seguir bebiendo.

Blanco: Amarillo verdoso, limpio y brillante. En nariz ofrece aromas cítricos y frutas blancas. En boca se destaca por su acidez refrescante, textura untuosa y un final medio ideal para el verano.

Naranjo: Color anaranjado brillante. Nariz floral con notas de piel de naranja. En boca es intenso, fresco, de cuerpo medio y textura marcada. Una expresión audaz para paladares curiosos.

Paradoja: el vermut como nueva bandera
Inspirada en la herencia europea del aperitivo pero elaborada con identidad local, Paradoja presenta dos versiones artesanales que elevan el concepto del vermut:
Rosso: Color rosado con reflejos cobrizos. En nariz sobresale la frutosidad aportada por la uva criolla, con notas cítricas como pomelo y un perfil herbáceo complejo: tomillo, romero y menta. En boca es redondo y estructurado, con un excelente equilibrio entre dulzor y amargor.

Bianco: Color amarillo con destellos verdosos. Aromas de mandarina, flores y hierbas, con un toque especiado de jengibre. En boca es afrutado, fresco y armonioso, con una acidez vivaz que lo hace perfecto como aperitivo.

Con esta nueva propuesta, Giol confirma su capacidad de evolución sin perder de vista su esencia. Recupera el valor de lo criollo, honra su historia centenaria y al mismo tiempo se lanza a explorar nuevos lenguajes en el mundo del vino.
Vermuts Paradoja. Bianco o Rosso.
Precio sugerido: $ 9.800.-