Llegamos a una bodega que resulta ser un punto neurálgico del mundo vitivinícola argentino por las personas que lo conducen. La familia Viola es y fue una de las precursoras en desarrollar San Patricio del Chañar, en Neuquén, como polo vitivinícola del Sur. Primero con la bodega del Fin del Mundo y ahora al frente de Malma, planean seguir apostando con inversiones y nuevos emprendimientos que potencian al lugar.
Como parte de la familia, Julio Viola (h) recorre la bodega y planifica todo lo que viene en tiempos de vendimia. Allí nos recibe y nos responde esta breve entrevista donde cuenta cómo el vino es un creador de cultura en cualquier parte del mundo, hacía donde va esta zona vitivinícola y cómo influye la marca Patagonia en la promoción del vino en el mundo.
Sin dudas en San Patricio del Chañar las condiciones están dadas para elaborar vinos y Julio así lo específíca: «Es una zona muy sana, donde curamos muy poco y donde los vinos expresan condiciones muy especiales. Con buen cuerpo, pero con buena acidez y frescura. El viento nos ayuda mucho para sanar las plantas y hacernos orgánicos naturalmente. A lo que tenemos que prestar atención es sin dudas a las heladas, que son muy comunes en este lugar», comenta.

La marca Patagonia es importante y ayuda mucho a la promoción, «es muy bueno porque todo el mundo tiene algo de idea sobre la Patagonia, pero el Malbec es Argentina y esa conjunción nos ayuda mucho. Al final el vino sirve para desarrollar una zona y genenar cultura, como ninguna otra actividad en el mundo. Eso es esencial», explica Viola.
El desarrollo de Vaca Muerta puede ser un nuevo desafío para la zona y «nosotros nos tenemos que adaptar a lo que va sucediendo en la zona. Lo importante es pelear para que las cosas se sigan haciendo bien y tratamos que la zona se mantenga alejada de la explotación del petróleo. Pero también es un atenuante, porque ayuda a mantener el equilibrio económico de la provincia. Hay que encontrar el equilibrio», explica el empresario.
Por Federico Lancia
Fuente mdzol.com