En un mundo donde el lujo se redefine constantemente, el vino mantiene su lugar como uno de los placeres más sofisticados y simbólicos. Algunas etiquetas, sin embargo, trascienden el paladar: son obras de arte embotelladas, íconos de historia, exclusividad y valor. Desde las laderas de Burdeos hasta los valles de Mendoza, el universo del vino de alta gama seduce tanto a coleccionistas como a amantes del buen vivir.
Entre los más legendarios del planeta se encuentra el Château d’Yquem, único Premier Cru Supérieur de Sauternes, que elabora un vino dulce de longevidad extraordinaria. No menos mítico es el Château Pétrus, un tinto elaborado 100 % con Merlot en la pequeña denominación de Pomerol, que puede alcanzar precios astronómicos en subastas. La Borgoña, por su parte, ofrece joyas como la Romanée‑Conti, considerada por muchos el pináculo del Pinot Noir y con añadas que superan los 500 000 dólares la botella. En el Nuevo Mundo, el estadounidense Screaming Eagle o el australiano Penfolds Grange se han ganado un lugar en el olimpo del vino de lujo.

Argentina no se queda atrás. Dos bodegas mendocinas —Catena Zapata y Viña Cobos— fueron reconocidas recientemente por los Luxury Lifestyle Awards como marcas de prestigio internacional. El Malbec de altura, la arquitectura icónica de las bodegas y una elaboración centrada en la calidad y el terroir colocan al país en el radar global del lujo enológico. También destaca Cheval des Andes, un proyecto conjunto entre Terrazas de los Andes y el francés Château Cheval Blanc, que fusiona elegancia bordelesa con potencia andina.

A la hora de hablar de vinos exclusivos, el champagne es protagonista indiscutido. Nombres como Dom Pérignon, Krug o Vouette & Sorbée Blanc d’Argile Magnum ocupan un lugar privilegiado en el imaginario del lujo. Esta última, Vouette & Sorbée, se ha consolidado como una de las grandes referencias de Champagne, con etiquetas que figuran entre las más codiciadas del mundo. Sus espumosos se destacan por ser auténticos, profundos, vinosos, verticales, originales e intensos: una expresión pura del terroir y de una filosofía artesanal que los convierte en verdaderos objetos de deseo.
Vino e inversión: ¿placer o negocio?
El mercado de los vinos finos ha cambiado. Si bien algunos precios han bajado en regiones como Burdeos y Borgoña —lo que representa una oportunidad para los compradores informados—, el vino sigue siendo una opción atractiva para diversificar inversiones. Según datos recientes, ciertas etiquetas pueden aumentar su valor con el tiempo más que activos tradicionales, sobre todo si cuentan con añadas icónicas, buena trazabilidad y almacenamiento profesional. A diferencia del oro o el arte, sin embargo, el vino permite una salida menos convencional: descochar y disfrutar.
Por Marcelo Chocarro