El Kamado, un horno de origen japonés con forma de huevo, se ha convertido en la última tendencia en el mundo de los asados. Este artefacto multipropósito, que combina tradición y tecnología, está conquistando tanto a aficionados como a chefs profesionales por sus prestaciones únicas.
Un poco de historia
El Kamado tiene sus raíces en Japón, donde su versión primitiva era un horno de arcilla fijo, construido junto a las viviendas. Este dispositivo no solo servía para cocinar y ahumar, sino también para calefaccionar el hogar, similar a las «stove» inglesas. Hoy en día, los Kamados modernos conservan su esencia funcional, pero han evolucionado en materiales y diseño.
Fabricados principalmente en arcilla o materiales refractarios, los Kamados actuales suelen estar esmaltados en colores llamativos que los hacen lucir como huevos Fabergé gigantes. Su estructura consta de dos mitades unidas por una bisagra, lo que facilita su uso.
Virtudes y limitaciones
Una de las grandes ventajas del Kamado es su sistema de doble tiro de aire. Posee una entrada de aire regulable en la parte inferior, que alimenta el combustible (carbón o leña), y una salida superior también ajustable, que permite controlar con precisión la temperatura y el ahumado de los alimentos. Sin embargo, su principal desventaja es el espacio limitado que ofrece, lo que puede ser un inconveniente para preparar grandes cantidades de comida.
La opinión de un experto
Para entender mejor las bondades del Kamado, hablamos con Nicolás Díaz Martini, cocinero y próximo a inaugurar Sál, un restaurante especializado en cocina escandinava. Nicolás asegura que este horno «tiene todas las ventajas del universo». Según sus palabras:
«Desde que tengo el Kamado reduje mis salidas a comer afuera a la mitad. En primer lugar, se enciende con gran facilidad: el modelo grande requiere apenas un kilo y medio de carbón, le tirás un poco de papel con alcohol, lo cerrás y, en 15 minutos, está listo para usar. Podés asar carne en media hora o menos, y ese mismo combustible te permite mantenerlo prendido todo el día. Las cocciones son alucinantes, y también permite ahumar. Además, como tira poco humo, es ideal para balcones.»
El Kamado en Argentina
En el mercado argentino existen dos variantes principales de Kamado:
Modelos locales: Fabricados de manera artesanal con barro y pintados con una pintura elástica que se adapta a los cambios de temperatura. Estos modelos destacan por su calidad y diseño, aunque tienen un precio elevado. El Kamado grande cuesta aproximadamente 2200 dólares, mientras que la versión más pequeña, llamada Nano, ronda los 1500 dólares.
Modelos importados de China: Producidos por tres grandes empresas que abastecen al mercado mundial, se comercializan bajo marcas como Kamado Argentino, Kamado Kadu, Rey del Kamado y Kamado Tromen. Aunque son más accesibles (entre 1000 y 1400 dólares), su calidad es inferior comparada con los modelos locales.
¿Sustituirá al asador tradicional?
A pesar de sus numerosas ventajas, el Kamado no desbancará a la tradicional parrilla criolla, un símbolo de la gastronomía argentina. Sin embargo, está ganando adeptos entre loa entusiastas de la cocina, consolidándose como un complemento sofisticado para explorar nuevas formas de asado y ahumado.
En definitiva, el Kamado no solo es una herramienta funcional, sino también una declaración de estilo para quienes buscan innovar en sus experiencias culinarias.
Por: Luis Lahitte