Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad Estatal de San Diego y la Universidad de California ofrece nuevos conocimientos sobre cómo dos de las variedades de uva más importantes del mundo, el Cabernet Sauvignon y el Chardonnay, responden al estrés hídrico y al CO2 elevados.
Elevado déficit de CO2 e hídrico
El estudio examinó cómo Cabernet Sauvignon y Chardonnay se comportaron en condiciones controladas de niveles de CO2 tanto a temperatura ambiente (410 ppm) como elevados (700 ppm), junto con tratamientos de déficit de agua bien regados o impuestos gradualmente. Se monitorearon las respuestas fisiológicas clave, como el intercambio de gases de las hojas, la eficiencia intrínseca del uso del agua (iWUE) y la evapotranspiración de toda la planta, para determinar cómo estas variedades de uva gestionan la ingesta de agua y carbono en un mundo que se calienta.
¿Los resultados? Si bien ambas variedades mejoraron su eficiencia en el uso del agua bajo alto estrés por CO2 y sequía, el Cabernet Sauvignon mostró una mayor resiliencia, manteniendo un mayor iWUE y un rendimiento fotosintético más estable que el Chardonnay. En esencia, el Burdeos El incondicional parece más adecuado para soportar un futuro con menos agua y niveles más altos de carbono atmosférico que el popular blanco de Borgoña.
Manejo del viñedo
Una de las conclusiones más sorprendentes del estudio es que los niveles elevados de CO2 condujeron a una reducción de la conductancia estomática: esencialmente, las vides perdieron menos agua a través de sus hojas. El chardonnay, sin embargo, mostró una mayor sensibilidad estomática, lo que sugiere que puede ser más vulnerable a la fluctuación de la disponibilidad de agua.
Para los productores, esto significa que la selección de variedades será cada vez más importante en las regiones que experimentan estrés hídrico. La capacidad del Cabernet Sauvignon para mantener una mayor eficiencia en el uso del agua en condiciones de sequía sugiere que puede ser la apuesta más segura para futuras plantaciones en climas más cálidos y secos. Mientras tanto, la mayor sensibilidad del Chardonnay plantea dudas sobre su viabilidad a largo plazo en áreas de cultivo tradicionales como California y Borgoña sin intervenciones significativas de riego.
Calidad del vino
Los hallazgos también abordan el delicado equilibrio entre el estrés de la vid y la calidad de la uva. Si bien se sabe que un déficit moderado de agua mejora la concentración y la complejidad de la uva, el estrés excesivo puede reducir el rendimiento y alterar la química de las bayas de maneras que pueden no ser deseables. Se ha demostrado en estudios previos que los niveles elevados de CO2 influyen en la acumulación de azúcar y la retención de ácido, lo que podría alterar los perfiles aromáticos y estructurales de los vinos. Si el Cabernet Sauvignon prospera en condiciones con alto contenido de CO2 y limitado en agua, sus vinos pueden mantener un mejor equilibrio en el futuro. Sin embargo, si el Chardonnay sufre más en estas condiciones, podría requerir nuevas técnicas de viticultura, o sitios de cultivo alternativos, para mantener su elegancia y frescura registradas.
Adaptación y sostenibilidad
Más allá de las implicaciones específicas de la variedad, este estudio pone de relieve el reto más amplio al que se enfrenta la industria vitivinícola: cómo adaptarse a unas condiciones climáticas cada vez más erráticas manteniendo al mismo tiempo la calidad y la sostenibilidad. Desde portainjertos resistentes a la sequía hasta técnicas de manejo del dosel que mitigan el calor excesivo, los viticultores deberán replantearse las prácticas tradicionales. A medida que aumentan los niveles de CO2, es posible que los viñedos también necesiten ajustar las estrategias de riego, particularmente para variedades como Chardonnay que muestran tasas de transpiración más altas en condiciones ambientales.
Por James Bayley
Fuente thedrinksbusiness.com