Manos libres, es un movimiento de padres que empezó en Argentina, hace pocos meses, al igual que en otras partes del mundo, por iniciativa de los mismos padres. El movimiento pionero surgió en Inglaterra, impulsado dos madres que plantearon la preocupación de entregarles un smartphone a sus chicos. El objetivo central es generar pactos y una red de contención para que la presión social de tener un smartphone baje.
Los cuatro pilares que se promueven, desde estos movimientos están basados en las ideas del libro La generación ansiosa, de Jonathan Haidt, y son: demorar la entrega del smartphone, hasta por lo menos los 14 años, redes sociales a partir de los 16, escuelas libres de celulares, y juego libre (durante los cuales los chicos no estén controlados por los padres y puedan poner sus propias reglas).

El fin es bajar la presión social, razón por la cual muchas veces les damos un celular a nuestros hijos. Los riesgos a los que los exponemos en el mundo digital son enormes (cyberbulling, ansiedad, depresión, autolesiones, pubertad precoz, miopía, trastornos de concentración, falta de sueño o acceso a la pornografía, entre otros tantos). Y muchas veces los sobreprotegemos en el mundo real y los desprotegemos en el mundo virtual. Especialistas hacen hincapié en que la entrada al mundo digital sea paulatina, y acompañada por reglas claras y cumplibles.
Los riesgos a los que los exponemos en el mundo digital son enormes
Sin duda, este camino es difícil como padre. Hay que proponer otras alternativas, poner el cuerpo y bancarse el aburrimiento y enojo de los chicos, pero les estamos dando herramientas enormes y los estamos protegiendo de daños que no sabemos cuánto los pueden afectar.
La tecnología es una herramienta supervalora y fundamental en estos tiempos, pero necesitamos regularla, saber por qué, para qué, cuándo y dónde. En mi caso siempre trabajé desde casa y esto me ponía muy contenta, porque podía estar siempre con mis hijos, pero no me daba cuenta de que el celular me estaba interrumpiendo la mirada con ellos. La primera gran alerta la recibí cuando mi hijo de tres años (hoy tiene 13) me pidió ir a la plaza sin celular. Ahí pude entender lo que sufrían ellos viéndome perdida en la pantalla. Hoy soy yo la que lo estoy perdiendo en la pantalla. Por eso, hablar mucho, generar acuerdos en casa también es super importante.
Autor: Dolores Larguía. Directora en LARGUIA PRENSA & COMUNICACION.
Fuente: mdzol.com