Según Euromonitor International, el valor del mercado mundial de bebidas alcohólicas ha ido creciendo de manera constante desde 2018. Sin embargo, si miramos los diferentes tipos de bebidas alcohólicas, vemos que el mercado está evolucionando.
Los analistas apuntan a la premiumización: los consumidores buscan cada vez más bebidas únicas, como cervezas artesanales, licores artesanales y vinos en lotes pequeños. Los compradores están dispuestos a pagar más por productos de alta calidad con sabores distintos y experiencias extraordinarias.
Por otro lado, los volúmenes de consumo registran una tendencia diferente, con 2.500 millones de hectolitros de bebidas alcohólicas consumidos en 2023, una cifra estable en comparación con 2018, y se espera un ligero aumento de alrededor del 8% hasta 2028. El consumo está disminuyendo en algunos mercados, como como Europa occidental, pero aumentando en otros, como Europa del este y África subsahariana.

Diversidad de alcohol y hábitos de consumo.
El alcohol abarca toda la gama, y todo ello debe consumirse con moderación. Como es bien sabido, hay cerveza (cuya graduación alcohólica suele oscilar entre 2,5 y 7 grados, con una media de unos 5), vino (entre 5,5 y 23, con una media de unos 13 grados) y bebidas espirituosas (hasta unos 50, pero en diferentes niveles cuando se mezcla con cócteles u otras bebidas).
Más allá de la variedad de bebidas, también está la complejidad de las diferentes culturas nacionales de bebida. En algunos países, el alcohol (principalmente vino) se consume principalmente durante las comidas; en otros, en bares donde la comida realmente no tiene cabida. En algunos países el alcohol se consume regularmente pero en pequeñas cantidades; en otros, ocasionalmente, pero estas ocasiones pueden implicar cantidades pequeñas o muy grandes.
Influencia cultural a pesar de los cambios en el consumo.
Un estudio reciente ilustra esta evolución, utilizando datos de la OMS para clasificar los hábitos nacionales de consumo de alcohol en Europa (la UE más Islandia, Noruega y Ucrania) entre 2000 y 2019. Los resultados señalan que, si bien el crecimiento del mercado y las preferencias de los consumidores evolucionan, los hábitos de consumo de alcohol en Europa está profundamente arraigada en factores culturales y muestra una notable estabilidad a lo largo de estas dos décadas.
El estudio identifica seis patrones de consumo de alcohol en Europa. En países como Francia, Italia y Portugal, el vino es la bebida alcohólica preferida y las bebidas alcohólicas generalmente se consumen con moderación y junto con las comidas. En otros países, principalmente en los bálticos, el consumo de bebidas espirituosas es elevado. Es en Europa Central y del Este donde encontramos un gran número de bebedores de cerveza, a menudo asociado a un elevado consumo de bebidas espirituosas fuera de las comidas.
Si bien el estudio muestra que la cultura del consumo de alcohol a veces cambia en algunos países, la mayoría de los países demuestran una estabilidad a largo plazo en lo que beben y cómo lo hacen. Esto sugiere la existencia de normas culturales profundamente arraigadas en cuanto a las prácticas de consumo.

Diferentes culturas del vino
Partiendo de la idea de que los hábitos de bebida tienen sus raíces en normas culturales, un estudio publicado en 2020 presenta un análisis exhaustivo en varios países que examina hasta qué punto los factores culturales profundamente arraigados dan forma al consumo de vino. Este estudio confirma que los hábitos de consumo de vino no sólo dependen de factores económicos, sino que también están fuertemente influenciados por tradiciones, comportamientos sociales y contextos culturales que han evolucionado con el tiempo.
En países productores de vino como Francia, Italia y España, el consumo de vino es a menudo un acto simbólico vinculado a comidas familiares, orgullo regional y reuniones sociales, donde se requiere moderación. En estos países el vino no sólo es considerado una bebida alcohólica, sino como parte de una forma de vida, muy ligada a la salud, la identidad y el patrimonio.
Una vez más, parece que no todos los alcoholes son iguales. Otro estudio reciente en el que participamos es esclarecedor en este sentido. Utilizamos datos de una encuesta de muestra grande para examinar los sentimientos de los consumidores sobre su comportamiento con la bebida. Para los hombres, “los sentimientos positivos están asociados con el consumo de cerveza y vino, mientras que los sentimientos negativos están relacionados con las bebidas espirituosas”; este último punto es válido tanto para hombres como para mujeres. No es posible determinar si beber vino produce sentimientos positivos o si la felicidad conduce a un mayor consumo de vino, pero el vínculo existe.
Por: Steve Cartas. Profesor de Marketing del Vino, Escuela de Negocios de Borgoña
Lara Agnoli. Profesor asociado, Escuela de Negocios de Borgoña