En Francia, el término sur lie describe espumosos que permanecen sobre sus lías tras la fermentación, ganando textura, complejidad aromática y una frescura prolongada. Aunque esta práctica se asocia tradicionalmente al Muscadet, también se encuentra en cuvées artesanales de Champagne, especialmente entre productores boutique y grower champagnes (Récoltant-Manipulant), que lanzan ediciones limitadas con fuerte identidad de terroir.
Los grower champagnes son elaborados por viticultores que cultivan sus propias uvas y producen bajo su marca, aplicando crianzas prolongadas sobre lías y presentando cuvées parcelarias de carácter boutique. En este universo destacan nombres como Selosse, Agrapart & Fils, Egly-Ouriet, Gimonnet-Oger, Lelarge-Pugeot o Billecart-Salmon, reconocidos por su compromiso con el terroir y la calidad. Agrapart & Fils, por ejemplo, maneja apenas unas pocas hectáreas y ofrece vinos de crianza prolongada con un claro enfoque premium.

En paralelo, grandes casas históricas como Lanson-BCC, Taittinger, Pommery, Duval-Leroy, Boizel o Paul Goerg producen champañas private label para clientes selectos. En este modelo, el champagne se elabora por encargo, con etiqueta personalizada, y puede acceder a segmentos altos aunque no siempre bajo el concepto sur lie. Esta modalidad permite que un cliente sin viñedo propio cuente con un producto de calidad, elaborado con técnicas tradicionales y apto para posicionarse como marca exclusiva.
Tanto la producción interna de los grower champagnes como el desarrollo contractual de las grandes casas confluyen en un fenómeno creciente: espumosos criados sobre lías que se comercializan bajo marca propia y se insertan en el segmento premium. En ambos casos, el tiempo de crianza y la autenticidad del origen se convierten en elementos esenciales para construir prestigio y diferenciarse en un mercado donde la calidad se mide tanto en la copa como en la historia que acompaña a cada etiqueta.

Por Marcelo Chocarro