Cada año, mientras el viñedo duerme y los días se acortan, algo silencioso y esencial sucede entre las hileras: la poda. Este acto —técnico y simbólico a la vez— define el equilibrio, la sanidad y la calidad de la cosecha que vendrá. Pero en Mi Finca Gamboa, la poda no es solo una tarea agronómica: es una invitación a formar parte activa del proceso, tijera en mano.
Este sábado, socios y amigos nos reuniremos en el viñedo para compartir una jornada especial. Guiados por nuestro equipo técnico, muchos vivirán por primera vez ese gesto simple y poderoso: elegir qué brote quedará y cuál no, imaginar el racimo que todavía no existe, leer a la planta y responderle con respeto.
Luego de la poda, nos esperan empanadas al horno de barro, elaboradas con cariño por Mónica, una verdadera artista en la cocina. Las acompañaremos con una selección de nuestros vinos: añadas anteriores, perlitas de guarda y hasta vinos que aún no vieron la luz. Una mesa al sol, copas en alto y muchas historias por compartir.

Una práctica ancestral, un ritual moderno
La poda no solo da forma a la vid: define su vigor, regula su producción y prepara cada planta para dar lo mejor de sí. Cada corte es una decisión. ¿Qué se queda? ¿Qué se va? ¿Qué futuro imaginamos para ese sarmiento?
Por eso, compartir este momento con los socios es tan valioso. Nos acerca al corazón del vino, lo vuelve más nuestro. Porque entender la poda es entender el vino desde su primer gesto.

Las podas más locas del mundo
Durante la jornada, también compartimos historias que muestran hasta dónde puede llegar la creatividad en la vid. Desde los viñedos en forma de espiral de Santorini, diseñados para resistir los vientos del Egeo, hasta las competencias de precisión como el concurso Bahco en Mendoza o el mítico Napa County Pruning Contest en California, donde la poda se convierte en un verdadero espectáculo.

Y si hablamos de podas insólitas, no puede faltar la historia de la vid más antigua del mundo, en Maribor, Eslovenia: tiene más de 400 años, sigue dando uvas, y cada año su poda se transmite en vivo por televisión.
Mucho más que vino
Después de la poda, el día continúa con brindis, charlas entre hileras y risas compartidas. Porque en Mi Finca Gamboa, el vino no es solo un producto: es una excusa para reunirnos, aprender y celebrar juntos cada etapa del ciclo natural que compartimos.




Gracias a todos los socios que año a año se suman a esta experiencia. Nos llena de orgullo ver cómo el viñedo cobra vida con cada historia, cada mano, cada corte.
Lo mejor está por venir… y ya lo estamos podando juntos.