Leonardo Barzola se formó como enólogo en Mendoza, la cuna del vino argentino. Pero decidió ir más allá. Hoy lidera un proyecto en Batán, a 30 minutos del centro de Mar del Plata, donde plantó un viñedo de Merlot con una idea clara: crear vinos frescos, auténticos y profundamente ligados al lugar.
El entorno es muy particular: suelos calcáreos, brisas del Atlántico y clima templado-frío. Condiciones ideales para vinos con buena acidez natural, perfil floral y fruta precisa.
«Busco vinos con identidad, que no necesiten maquillaje enológico para decir lo que son», afirma Barzola.

Su filosofía es clara: mínima intervención, levaduras autóctonas, sin correcciones químicas. El vino nace de la tierra, no de la receta.
Leonardo Barzola tiene pasión por el Merlot. Tanto que su hija, de apenas 6 meses, lleva como nombre Merlot…
Una historia que empezó con 40 botellas
Barzola integra el equipo de sommeliers del restaurante Sarasanegro, referente gastronómico de Mar del Plata. Pero su historia con el vino empezó mucho antes: en 2007, cuando aún era estudiante de Enología, comenzó a vinificar en su propia casa con medios rudimentarios y una determinación inquebrantable. Su primera cosecha fue de apenas 40 botellas, elaboradas artesanalmente, con el objetivo de transformar la teoría académica en práctica concreta.
Elaboró Malbec, Cabernet Sauvignon, Bonarda y más, siempre aprendiendo y probando. Su interpretación de la Bonarda -variedad muchas veces subestimada- fue destacada en la Guía Descorchados 2015 por su frescura y expresión varietal.

Leonardo sigue elaborando en Mendoza. Tiene dos marcas. Barzola, su espacio más personal, donde prueba, crea y se deja llevar. Y Scrum, la bodega familiar que lleva adelante con sus padres y hermanos. Juntos hacen vinos en partidas chicas, cuidando cada detalle.
Hoy en su portfolio hay un Petit Verdot Reserva, un blend de Malbec y Petit Verdot, y un Malbec Roble. Todos hechos con tiempo, dedicación y mucha mano.
Una criolla para un «vino playero»
Una de sus ideas en el viñedo de Batán es la creación de un vino costero pensado para la playa. Un vino liviano, bebible, fresco, para servirse frío y disfrutar con los pies en la arena.
La base será Criolla Chica, una cepa que vive un merecido renacimiento. Ideal para vinos de baja graduación y gran personalidad.
«El vino piletero de Mendoza, quiero transformarlo en vino playero. En frapera, con vista al mar», dice Barzola.
La Criolla Chica forma parte de la segunda etapa del proyecto en Batán, al igual que un varietal blanco.
Además, proyecta formatos alternativos, coctelería con vino y nuevas formas de consumo más libres y modernas, sin perder calidad.
El trabajo de Leonardo Barzola forma parte de un movimiento creciente de enólogos que exploran regiones no tradicionales, tal como ha ocurrido en Mar del Plata, Balcarce, Tandil y el resto de la región.
El viñedo en Batán atraviesa el otoño. Las hojas caen, la vid descansa. Pero la historia está apenas comenzando.
Fuente thecookandthewine.org