En diciembre de 2018 Venezuela estaba atravesando una de las etapas más duras de la crisis económica, agravada por la mala gestión y las sanciones internacionales. La inflación era incontenible y los precios se habían disparado un 144,2% en un mes. Una noche, en el sector Valle Alto de Petare, en Caracas, uno de los barrios populares más grandes de América Latina, un alboroto despertó a los vecinos. Fue alrededor de las tres de la madrugada, según relató entonces un testigo de lo sucedido a EL PAÍS. Acababan de llegar los perniles o jamones que en Navidades el Gobierno de Nicolás Maduro entrega a millones de familias. Sin embargo, de los 6.150 previstos, los Comités Locales de Abastecimientos y Producción (CLAP) que administran las bolsas de comida solo recibieron 1.160. Las expectativas frustradas dieron paso a la decepción y el chasco derivó en unos altercados. En un intento de aplacar los ánimos, Romina Oporte, educadora y enlace local del partido gobernante, el PSUV, cortó los jamones en pedazos de kilo y medio y los repartió entre todos.
La historia no es solo una anécdota. Para muchos venezolanos las fiestas navideñas son un período de enorme expectación: por las prestaciones recibidas en el trabajo, las vacaciones, los eventos comunitarios o por los bonos y las ayudas que concede el aparato gubernamental. Maduro no hizo referencia el pasado lunes a ninguna de estas medidas, pero, un año más, recurrió al simbolismo del 25 de diciembre como estratagema anticrisis. “Es septiembre y ya huele a Navidad, huele a Navidad. Y por eso este año, en homenaje a ustedes, en agradecimiento a ustedes, voy a decretar el adelanto de la Navidad para el 1 de octubre”, proclamó durante su programa de televisión,
Un anuncio abracadabrante, casi inverosímil, que sin embargo ya se ha convertido en una tradición. El mandatario venezolano lleva casi una década decretando lo mismo. En 2020, en plena pandemia, anticipó las festividades a la segunda mitad de octubre frente a las penurias, el aislamiento y el descalabro colectivo de ese año. Esta semana eligió con puntería el momento. Horas después de que la Fiscalía ordenara la captura del candidato opositor Edmundo González Urrutia, el sucesor de Hugo Chávez aprovechó la emisión de Con Maduro + para comunicar el cambio de calendario.
Mientras el conflicto político se recrudece y se profundiza el cerco diplomático internacional, con condenas prácticamente unánimes a la oleada de represión desatada por el Gobierno, comienza la Navidad en Venezuela. Signifique lo que signifique. Para generar expectativas en millones de personas, o quizá frustración como aquella noche de 2018 en Petare. Después de Reyes, en enero, Maduro planea tomar posesión de su tercer mandato a pesar de las denuncias de fraude que rodean las elecciones del 28 de julio.
Por Francesco Manetto
